Él sigue lento después de ese encuentro,
no piensa , no quiere pensar, ni siquiera imaginarlos; pero su mente esta
retorcida y el dolor no lo abandona mas bien lo traiciona, así es que imagina, aun
imagina, la imagina a ella acariciándolo, haciendo los gestos con los que a él
le demostraba amor, desea venganza, siente que ninguno de ellos merece nada más
que daño, intenta buscar donde dejo las armas, o a que sicario conoce, recorre
con su mente entre personas y lugares a quien contratar, ella la merece la
soledad y él la muerte, se siente confundido aun en su pecho un grito de
auxilio clama por paz, pero él no lo escucha no existe reconciliación con él
mismo… necesita un trago, descansar y sentarse en algún bar, no quiere comentarlo
así es que pide un whisky (Johnnie Walker negro sin hielo) el mismo que se lo
bebe con prisa, cual caminante de desierto que recién encuentra agua, pide otro
igual, nada puede alejarlo del profundo dolor que lleva, se siente solo y maquina, idea formas de hacer daño, de
buscar venganza…
Ella aun siente las húmedas lágrimas resbalando por sus mejillas,
se siente desconcertada, sabe que no debió decirle, sabe que cometió un error
al contarle, pero algo dentro de sí grita en su interior y ya no quiere ser
prisionero de su alma, le verdad fluyo, ¿hubiera bastado con decir ya no te
amo?, se pregunta sin obtener respuesta; sigue callada con la mirada perdida,
con el alma desgarrada, sin saber ¿qué hacer?, merece sufrir siente que merece
sufrir, no hay otra forma de sentirse mejor, ¿porqué le hizo tanto daño? Él no
se lo merecía, fue un buen esposo, amable, cariñoso, preocupado por su trabajo,
quizás más de lo debido, pues llegaba presionado y a las justas ni la tocaba,
ella se sentía hermosa pues en la calle la admiraban, y cuando caminaban él ni cuenta
se daba que otros la deseaban, ella mostraba su rostro serio aunque una sonrisa
coqueta se dibujaba en su interior; fue la noche de fiesta, cuando al beber el
tercer tequila, sintió la miraba penetrante de aquel muchacho, con sonrisa
coqueta que admirado no desprendía sus ojos de ella, “este que pensara”, se sintió
indignada y se fue a bailar con sus amigas… poco rato después aun sentía esos
ojos pardos claros clavados en su memoria, ¿sería una mirada de deseo? Se preguntaba,
justificando que a las justas le vio el busto
sobre la barra, decidió jugar y se acerco para pedirle agua, espero 10
minutos mirándolo fijamente mientras él atendía a otros clientes, cuando él se acerco,
le pidió un vaso con agua, él sonrió sirviendo y ella no supo que decir, se sentía
frágil, vulnerable ante esa sonrisa, se acaricio la oreja con nerviosismo, lo
deseaba… sabía que lo deseaba; pero que podría hacer, su esposo de viaje y aun
así no lo llevaría a su cama, quizás él tenga su propio departamento? Pensó fugazmente antes de volver al baile con el cual estaba
segura que le impresionaría...
Él se alistaba para ir a trabajar
como todas las noches, se puso la camisa
que más le gustaba, el jean Levis 501 que se había comprado en esa tienda el Lima;
no imaginaba lo que podría aparecer, simplemente se dejaría llevar, en el recorrido al trabajo recordó a la chica
de hace dos noches, esperaba que la pudiera ver después, “una noche interesante” pensó, ella estaba
necesitada de amor y él dispuesto a complacerla, le gustaron sus ojos y la forma seria de cómo disimulaba una
sonrisa, estaba algo subidita de peso pero quien se fija en esas cosas, era
hermosa y le parecía que tenía esa mezcla entre dulce y divertida, aunque le sorprendió
como después del cuarto tequila, lo jalo a sus labios buscando un beso, solo
tuvo que corresponder para acto seguido abandonar todo su trabajo e ir corriendo
a su departamento a terminar con lo que ella había iniciado… llego a su trabajo,
alisto todo y de pronto vio al tipo más triste del mundo entrar al bar y pedir
un whisky Johnnie Walker negro sin hielo, el cual sirvió doble, porque cuando
hay pena, hay que ahogarla en alcohol…
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