Esa vez que lo hicimos, fue
cuando ambos tuvimos el corazón roto, creímos que se había acabo la magia,
aunque aun se nos erizaba la piel de vernos desnudos, hubo fuego, pasión, mucho
cariño (al punto que supe que no iba a dejar de amarla) y un tremendo
remordimiento de conciencia (por parte de ella), algo que no pude interpretar
en ese momento y que a la vez me confundía.
Fue un día de esos en mitad de
semana, repetiríamos el coctel de sensaciones a las que ya nos habíamos entregado
todos esos años y que no podía dejar, era la droga mas adictiva a la que ella
con su ser me había acostumbrado, estaba seguro que era mas, podía pensar que
fuera amor, mantuve la ilusión de que seguía perteneciendo a sus besos y sus
labios, amaneció y en la noche no pude dormir, necesitaba verla le envié un
mensaje sabiendo que no me contestaría, indicando de manera romántica como la
extrañaba, estaba dispuesto a cambiarlo todo y a volver a intentarlo esta vez
en serio, esta vez para siempre, pues así lo sentía…
El día amanecía con canto de
aves, todo era perfecto, convertí mi habitación en un jardín, intentando que
nuestro amor resurgiera de donde lo habíamos enviado, quedamos que podríamos vernos
al salir de la universidad, me adelante al departamento para poder hacerlo
perfecto a lo que ahora le propondría, los minutos pasaron y la espera
desesperaba, llame a su celular, solo timbraba el almuerzo se enfriaba y nada
tenia sentido seguí llamando y los minutos transcurrían sin permiso, mientras
mi corazón resignado no lo entendía, la única persona que no podría hacerme eso
destrozaba todo a su paso en mi alma, acabe por resignarme a que no vendría,
necesitaba un cigarro y respirar afuera, salí sin rumbo por las calles que ya oscurecían,
al pasar por una de ellas oí un risita conocida, apure el paso y vi a un tipo
cerrando la puerta de una casa que supongo estaba vacía, la vi a ella
terminando de incinerar el maltrecho que aun me quedaba, su miraba de culpa me
hizo pensar que lo nuestro había acabado y lo suyo continuaba; trague la saliva
como si fuera el mas aguardentoso alcohol, envenenándome. Estaba herido de gravedad,
agonizaba con cada paso que daba, la odiaba tanto como la había amado, ella
sabia que era así y se sentía lastimada, solo podía balbucear que me quería mucho
mientras mi orgullo hablaba por mi ser agonizante diciendo barbaridades…
Esa noche el cigarrillo se convirtió
en una cajetilla, y desee no haberme tomado esa botella de whisky que tenia de
reserva, termine por matar el poco rastro de ella en mi vida, así es que camine
en la oscura senda intentando recuperar mi conciencia, volví a ese bar y las
horas de alcohol me llevaron por lugares que jamás había pisado… desperté un día,
no recuerdo cual, cansado de estar triste, y fui a la universidad a dar un
examen parcial, erguí la cabeza, camine con la idea de que tal vez me la cruzaría,
¿Cuál seria mi reacción?, no lo sabia; ¿me saludaría?, ¿me importaba?, esas
preguntas que no te quieres responder aparecían en mi cabeza, llegue a clases y
por primera vez coquetee con mis compañeras reíamos todos y me sentí bien, al
terminar el examen ya era medio día, las preguntas volvieron a aparecer y el
miedo de verla junto a ellas, camine hasta casa con la triste ilusión de tal
vez encontrarla por esa única vez mas en la puerta del edificio, tal vez la del
departamento, o quizás echada en mi cama esperando a que venga… así fueron las
tres primeras semanas; hasta que cansado decidí respirar de nuevo, y no
esperarla a ella.
(De hechos lastimeros de mi vida...)
http://www.youtube.com/watch?v=hFxdNZh1xvE