La vida transcurre de prisa, el tiempo
vuela y nosotros con el… decisiones que tomar, caminos por donde andar; no imagino
lo que pensaría el buen Marco Polo, al momento que fue sacado de su agradable
vida en Venecia, para emprender ese viaje a Asia, junto con su padre y su tío; quizás
sintió temor, junto con ese calambre que transcurre sobre tu cuerpo ante lo
nuevo… pero se sobrepuso, descubrió, observo y vivió… caminar, transcurrir
y dejar que todo pase sin sentirme en realidad el verdadero protagonista de mi
vida, eso es morir… siento un desgano en este domingo de muerte, sueño con el mar, con su fría
brisa acariciando mi piel, una lágrima resbala, un suspiro se escapa, pues sin saber
a qué le temo, no sé cómo sobre ponerme, vamos de paseo me dice el tipo que vive
dentro de mí, caminamos sin destino definido, me siento en esa plaza mientras
una nube tapa el sol serrano e incandescente que quema los rostros de todos…
a lo lejos creo escuchar a Concha Buika, cantando “por el amor de amar”
mi corazón se aflige y mis pulmones desean un cigarrillo, encuentro una
cajetilla, pero no hay cerillo ni encendedor, deseo que aparezca alguien con
algo de fuego, no hay nadie…
El frio se incremente mientras el
sol se despide a través de las montañas, cierro los ojos, imaginando ver ese
ocaso vampírico que tiñe de rojo el cielo… de pronto una agradable voz me dice:
tienes tabaco?- a lo que respondo afirmativamente, mientras mis ojos le
muestran la pena de no tener con que encenderlo, ella lo interpreta bien y
sacando de un bolsillo, un zippo metálico, enciende el cigarrillo que tengo en la
boca, sonríe…
